miércoles, 18 de abril de 2012

EL MARTIRIO DE SAN FELIPE

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El martirio de San Felipe es un lienzo del pintor español José de Ribera (1591-1652), una de las grandes obras dentro de su producción pictórica. Pertenece a la escuela española del siglo XVII.

Análisis del cuadro

Durante un tiempo se pensó que representaba el martirio de San Bartolomé, pero no se encuentra aquí el gran cuchillo con el que suele representársele, alusivo a que fue desollado vivo. Por eso se acabó considerando que se trata de san Felipe.ni
La escena representa los preparativos para el martirio del Santo, descrito en su leyenda por Santiago de la Vorágine. Según dicha leyenda, murió crucificado pero no sujeto por clavos sino amarrado con cuerdas. La composición de la escena está realizada geométricamente, sobre líneas diagonales y verticales. Ribera emplea aquí el escorzo de manera bastante violenta. El Santo está pintado con una gran fuerza mística, en actitud de abandono, y con un estudio del desnudo magnífico. La luz ilumina su rostro, revelando sufrimiento y resignación. Los contrastes de luz y sombras de su cara potencian el dramatismo.
Los sayones que le sujetan para izar el cuerpo se ven en primer término; uno de ellos ayuda sujetando las piernas. A la derecha hay un grupo de personas que curiosean la escena y parece que la comentan. A la izquierda por el contrario las personas que aparecen están ajenas a lo que sucede; en este grupo hay una mujer que sostiene en sus brazos un niño pequeño y que mira hacia el espectador, poniendo el contrapunto tierno y delicado a la crueldad que domina el resto de la escena.1 Algunos críticos han querido ver en esta figura una alegoría de la Caridad.
Es una obra de madurez del pintor, a juzgar por el tratamiento del colorido, los toques de pincel y el espléndido desnudo. Es menoscaravagista que en obras anteriores, dotando al lienzo de mayor luminosidad. Se ha apuntado la posibilidad de que le hayan influido pintores más clasicistas como Guido Reni o Domenichino. El cromatismo se aleja de los tonos terrosos propios del barroco español, acercándose más a la influencia veneciana.. El crítico Eugenio D'Ors llegó a decir de esta obra que por su vistosidad era «casi, casi, como un ballet ruso».
Se encontraba en el antiguo Alcázar de Madrid y se piensa que fue un encargo de Felipe IV, que quiso tener así a su patrón. En la actualidad se encuentra en el Museo del Prado de Madrid. 

José de Ribera: El martirio de San Felipe, 1639
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Estilo: Barroco
Dimensiones: 2,34 x 2,34 m
Museo Nacional del Prado, Madrid, España
EL MARTIRIO DE SAN FELIPE 
Durante mucho tiempo fue interpretado como San Bartolomé, pero no lleva su atributo / el cuchillo con que fue desollado), en cambio San Felipe no fue crucificado en la cruz sino atado a ella. Pudo ser un encargo del rey Felipe IV.
Representa  el martirio de San Felipe, apóstol que predicó en la ciudad de Gerápolis, Asia Menor, y fue crucificado.

Al igual que Caravaggio en su Crucifixión de San Pedro Ribera  representa a San Felipe como un hombre cualquiera, relativamente joven, con la angustia y a la vez la resignación mística ante la tortura que le espera, escrita en el rostro y un cuerpo con  pormenorizado estudio anatómico.
 Los esbirros que le levantan están concentrados en su actividad. Los espectadores, unos con indiferente curiosidad y cierto clasicismo a la izquierda,  a la derecha un soldado cansado, apoyada la cara sobre su mano mira  a los que trabajan. Gran naturalismo en general.
El santo colocado en diagonal atado al palo que con el tronco vertical que recorre el lienzo, forma una cruz. Es el centro de la composición y la figura con más luz, contrastada con la oscuridad de los verdugos. En la parte de abajo, en contraste tenebrista En cambio el fondo no está en penumbra como la crucifixión de Caravaggio u otras composiciones tenebristas del propio Ribera, sino que es un cielo con nubes.
 Igual que Caravaggio lo hacía en muchas de sus composiciones, Ribera introduce  un rojo fuerte, en este caso en el esbirro agachado, que aumenta el dramatismo.
El martirio está ocurriendo en un primer plano, en un lugar alto con espacio reducido. El volumen además de con el modelado lo marca con escorzos pronunciados como con la figura de rojo y la pierna de la figura con el pañuelo en la cabeza.
Ribera en este caso, como todos los pintores españoles, se puso al servicio de las ideas de Trento.

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